Su familia se divide entre Millonarios y Xeneizes. Cada uno intentó hacerlo hincha de su equipo, aunque sin éxito. Es que para Adrián Pérez sólo existe un equipo: Club Juventud Atlético Rivera, que actualmente milita en la B local. “Es mi otra mitad. Me levanto y me acuesto pensando en el club. Me crié jugando ahí, unos de los arcos de la cancha es casi el fondo de la casa de mis viejos. Me formaron como jugador y persona, le debo todo al club”, dijo en diálogo con La Excusa Deportiva.
Y para graficar un poco más la locura que siente por sus colores, no dudó en comparar la alegría que sintió al salir campeón de la Liguilla en 2012 con el nacimiento de su hija mayor. “Fue la misma sensación. Yo tenía 17 años, jugamos contra Deportivo Alondra”, recordó el delantero que, además, es el vicepresidente de la institución.
Rivera está ubicado en El Mogote, Chimbas, y tiene 71 años de vida.
“Comencé a amar el fútbol por mi viejo y mi tío Antonio. Desde muy chico andaba atrás de ellos. Arranqué a los 5 años en Rivera, después pasé dos años por Peñarol. No pude seguir ahí y mi tío me llevó a San Martín. Ahí terminé todas las inferiores y jugué los primeros torneos de AFA del club. Debuté en la primera local y salimos campeones en 2012. De ahí fui a San Martín de Pie de Palo, a jugar la liga caucetera”, contó el joven que actualmente tiene 28 años.
Posteriormente, jugó 4 años en Del Carril, disputando incluso el Torneo del Interior. También vistió las camisetas de Peñaflor, San Lorenzo de Rodeo, Trinidad y Alianza. Hasta que en 2019 volvió a su gran amor: el Matador.
“Cuando arranqué, sin dudas mi referente era mi hermano Omar. Tenía cosas para imitar hasta cuando jugamos juntos, pero ahora miro mucho a Braian Romero por lo que hizo con Defensa y Justicia”, agregó.
Adrián sabe que la familia es clave para poder combinar fútbol y trabajo. “Si no tuviera el apoyo de mi señora Celeste y mis hijos Ciro, Yazmín, Kiara y Gerónimo no podría hacer esto”, concluyó.